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20 feb 2014

CATSTERS cap2; Mi padre no era un cobarde

--Buenos días, alumnos--saludó la profesora, una gata vieja con el pelaje apagado y despeluchado, con una oreja tiesa y la otra semicaída--Hoy, al ser el primer día de clase, vamos a dedicarlo a conocernos un poco. Soy Mimí, y seré vuestra profesora este año gracias al señor Ratoni y su amabilidad--la gata vieja cerró los ojos por un instante y agachó la cabeza en un gesto de respeto.


Tony se había sentado en la última fila y había recogido la cola alrededor de sus patas, pero no podía evitar que el extremo se moviese inquieto de un lado para otro. Estaba nervioso. Desde su posición podía ver a todas las ratas de su clase cuchicheando sin ningún respeto hacia la profesora. Veía cómo se movían sus bigotes con rapidez a medida que roían hojas de papel o las esquinas de sus pupitres, escuchaba el sonido desquiciante de sus dientes mordisqueándolo todo, pero ante todo no soportaba el brillo de sus ojos negros, que se volvían de vez en cuando para observarle.



Pero también podía ver a sus dos camaradas, la gatita y uno de los gatos del autobús. Estaban sentados en la segunda fila de pupitres, uno junto al otro y mantenían las orejas gachas.



-- Hoy os hablaré de nuestra historia--continuó la profesora Mimí--En este pueblo, antes conocido como Gatera, habitaban únicamente los gatos, y las ratas habían sido relegadas a un segundo puesto. La familia más importante de los gatos era la familia Catony, que los lideraba con mano férrea y expulsó a las ratas de la ciudad, obligándolas a vivir en el alcantarillado. Por otro lado tenemos a la familia que lideraba a las pobres ratas, los Ratoni, que cansados de vivir en la inmundicia a la que les había empujado la familia Catony se revelaron y lucharon por sus derechos. Hubo una larga confrontación entre las dos familias hasta que al final, los líderes se encontraron. Anthony Catony de lado de los gatos, Rosco Ratoni de lado de las ratas. A pesar de que Catony era mucho más grande, eso no empequeñeció el coraje de Ratoni y se enfrentó a él. El gato se aprovechó de su ventaja y asestó muchos zarpazos a Ratoni, pero Rosco era más inteligente y, aunque Catony no luchaba limpio, consiguió inmovilizarlo en el suelo--las ratas observaban atentamente a la profesora Mimí mientras explicaba--Ratoni dio dos opciones a su contrincante. Podía marcharse de la ciudad, o quedarse y abdicar de su posición como líder. Y Catony, con su malicia, decidió marcharse de la ciudad. Rosco lo aceptó y le dio la espalda, dispuesto a dejarle ir, pero el malvado gato saltó sobre su espalda decidido a atacarle de nuevo. El mejor amigo de Rosco, Rati, se interpuso entre éste y el gato, dando su vida por defenderlo. Entonces, Rosco, con lágrimas en los ojos al ver caer a su mejor amigo mató a Catony como venganza.  Después de los altercados el nombre de la ciudad fue cambiado por Ratonia, los gatos que no quisieron permanecer bajo el mandato de Ratoni se marcharon de la ciudad, y Rosco fue benevolente con quienes optaron por quedarse. Y gracias a este gran líder vivimos ahora en paz.



-- Todo eso es mentira.



Tanto la profesora como las ratas se quedaron mirando a Tony, que se había levantado sobre sus patas y mantenía las orejas hacia atrás y la mirada fiera.



-- ¿Qué quieres decir, cachorrillo?--preguntó la profesora con retintín.



-- Soy Tony Catony, hijo de Anthony Catony, y mi padre no era ningún cobarde que atacaría por la espalda. Mi padre era un gran líder.



Mimí echó las orejas hacia atrás ante las sorpresa y observó con atención al cachorro con sus ojos ambarinos. Acto seguido meneó la cola y entrecerró los ojos.



-- No importa que seas su hijo, eso es lo que pasó y tu nombre ya no significa nada. Y no deberías menospreciar a quien es tu líder ahora, menos aún cuando te permite vivir en su ciudad, gatito maleducado, tu mamá debería darte unos cuantos zarpazos para que aprendas.



Tony se sentó de mala gana y escuchó el resto de la palabrería de la profesora mientras dejaba a su padre como si fuese un tramposo sin honor.



Al llegar el recreo, el gatito sacó de su mochila un cuenco con sardinas que su madre le había preparado y salió al patio para disfrutarlas. Hacía mucho sol, y al salir pudo ver a todas las ratas corriendo por el patio empujando pelotas con el hocico y arrastrando la cola desnuda por el suelo. No pudo evitar sentir un escalofrío al ver aquello. Al otro lado del patio observó que estaban sus compañeros gatos, cinco en total contando los de las demás clases, en un corrillo estrecho y sin moverse a penas. Con calma se acercó a ellos.



Entonces un grupo de ratas se interpusieron en su camino y de 

un manotazo tiraron el almuerzo de Tony.


-- ¿Dónde crees que vas, Catony?--tanteó una rata, a la que Tony pudo reconocer. Era Ratoni, el que le había obligado a sentarse con él en el autobús.



Tony echó las orejas hacia atrás mientras las ratas le rodeaban y le obligaban a retroceder hacia una esquina, lejos de la mirada de los demás compañeros o los profesores.



-- Creo que en clase has insinuado que mi padre, Rosco, es un mal líder. ¿Crees que es un mal líder?--continuó la rata, moviendo impetuosamente los bigotes.



-- Sólo sé que mi padre no era un cobarde--respondió Tony.



-- ¡Mirad! ¡Sigue teniendo valor para contestar!--se burló Ratoni--Creo que necesita una lección, chicos, este gato no sabe cual es su lugar.



El cerco que habían creado alrededor de Tony se fue estrechando y el gatito bufó con fuerza como advertencia. Entonces las ratas se abalanzaron sobre Tony, arañándole y mordiéndole. Él se retorció gruñendo y dando zarpazos a diestro y siniestro, pero eran muchas. Sintió sus afilados dientes rasgando su piel, sus zarpas arañándole, y de pronto todo se detuvo.



-- ¡Dejazlo! ¡Ahora mismo!



Las ratas se apartaron del cuerpo magullado de Tony ante la presencia de la profesora Mimí y se alejaron entre risas y jolgorios con el resto de los alumnos en el patio. La profesora Mimí ayudó a Tony a levantarse y evaluó el estado de las heridas que sufría.



-- Gatito tonto, ¿cómo te metes con las ratas? ¡Y con el hijo de Ratoni, ni más ni menos! Harías bien en agachar las orejas y cerrar el hocico si sabes lo que te conviene.


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